Por una Patria Justa, Libre y Soberana

Una Patria Justa, Libre y Soberana - 17 de octubre de 1945 - 17 de octubre de 2015 - Día de la Lealtad - Setenta años

martes, 16 de julio de 2013

La Inflación en la campaña opositora

Cristina y un pueblo contento
Francisco Peregil, corresponsal del diario español El País en Argentina, publicó ayer en ese diario una nota titulada: "La economía argentina se desboca", ni lerdo ni perezoso el diario La Nación la duplica en su edición on line de hoy, martes 16 de julio de 2013, pero con el título: "Fuertes críticas del diario El País a la "desbocada economía argentina"", como si fuese cosa del "prestigioso" diario español. Viene de afuera, no de ellos y por eso debe ser más serio, ese es el mensaje y el engaño.

Desde luego que no es la primera vez, ni será la última, que esta "coincidencia" sucede, es evidente que el antes afamado diario español hoy juega un claro papel, junto con la entente Clarín-La Nación-Perfil, en contra del gobierno nacional. Hoy los intereses económicos y políticos de los grupos comunicacionales dominantes están por encima de cualquier apariencia de objetividad y seriedad periodísticas y se han sacado la careta. Ocurre en todo y por todos lados. Lo que no hace mucho era políticamente incorrecto ahora es de lo más natural y no se oculta. Ocurre hasta con la vigilancia a nivel global de la vida cotidiana de simples ciudadanos comunes. Afirmar que el conjunto de las libertades individuales que tanto ha costado conseguir se encuentra amenazado por la "nueva política" no es ninguna exageración.

Mucha razón lleva Cristina cuando afirma con insistencia digna de mejor escucha que el mundo está cambiando para peor bajo nuestras narices y cosas que antes eran inconcebibles -como lo sucedido a Evo Morales- hoy son perfectamente posibles como hemos visto.

Detrás de la bandera de "la inflación" se ocultan varios intereses todos contrarios al interés de la gran mayoría del pueblo argentino. Esta bandera (y la de la inseguridad) son las más fuertes de que dispone la oposición política, pero también y como ha ocurrido siempre en nuestra historia, los grupos concentrados que colaboran decisivamente a generarla son los que se verían más beneficiados en el caso de que se aplicaran las tradicionales recetas recesivas para bajarla.

Lo primero que hay que tener en claro con respecto a la inflación en nuestro país es que está lejos de ser un fenómeno coyuntural, como puede haber sucedido en otras latitudes y momentos de la historia. Por el contrario este fenómeno -como es fácil constatar- nace prácticamente con la constitución de la Argentina como nación. Se puede afirmar (Mario Rapoport, 2010) que convivimos con ella de manera permanente desde mediados del siglo XIX y especialmente a partir de 1880 (ver también la serie 1945-2007, de tasas de crecimiento e inflación). En nuestro país la persistencia de altas tasas de inflación responde a complejos factores estructurales que -aún bien estudiados por los especialistas (ver, por ejemplo, Hernán Letcher, 2012)- permanecen ocultos para el público en general.

La explicación clásica monetarista: La causa de la inflación es el déficit fiscal y la emisión de moneda, no solo falla como explicación teórica sino especialmente lo hace como receta para bajarla, esto es, provocar de forma deliberada una recesión -ahora dicen "enfriamiento" un eufemismo que suena mejor- de la economía. Hemos tenido la repetida desgracia de su aplicación con su secuela de baja de salarios, desempleo, cierre de fuentes de trabajo y la regresión de una distribución de por sí inequitativa de la riqueza producida por el trabajo. El último de estos "ajustes" nos llevó a la crisis del 2001. Inolvidable.

Lo segundo es que una cosa es inflación sin crecimiento de la economía (estanflación) y otra muy distinta tener tasas de inflación más o menos estables acompañadas de crecimiento económico sostenido, de mantenimiento del poder adquisitivo del salario vía paritarias y de políticas estatales de distribución del ingreso progresivas que elevan paulatinamente la participación de los trabajadores en la renta total nacional.

En otras palabras el "costo" del crecimiento con equidad es una tasa inflacionaria que es elevada si se la compara con la de otros países. No hay problema siempre y cuando el diablo no esté en condiciones de meter la cola y disparar la tasa a valores insostenibles.
Pero el diablo -en este caso los sectores oligopólicos de la economía que controlan el precio de los alimentos y otros insumos básicos-, junto con la condición de país exportador de commodities sujeto, en consecuencia, a valoraciones de precios que no controla, pueden afectar el difícil equilibrio obligando al estado a intervenir más decididamente en la economía.

Este gobierno -como antes el de Juan Domingo Perón en los 40 y 50- lo hace, interviene y eso molesta y, además, saben que no va a ceder nunca -como otros, aún de origen popular, antes lo hicieron- a la tentación monetarista y no va a provocar una devaluación con baja de salarios y un menor crecimiento, ni siquiera en el caso de que esta política -si es que se puede- se aplique de modo lento y progresivo.

Tal y como están planteadas las cosas opino que estamos frente a una disputa eminentemente política entre un gobierno que pretende mantener el rumbo de un proyecto de crecimiento con equidad y en democracia plena, con la esperanza de que este se consolide mediante el apoyo popular y de un proyecto preexistente que pretende dejar el control del estado, es decir de la política, en manos de los grupos concentrados, regresándonos como sociedad a las peores épocas ya vividas. Aquellos conciudadanos que lograron en estos diez años milagrosos ascender de la clase media baja a la clase media, los trabajadores que lograron darle educación superior a sus hijos, deben tener muy presente la experiencia pasada y no dejarse tentar por los cantos de sirena que -como a Ulises- nos quieren hacer encallar y llevar al muere.

Otra cosa que hay que tener clara y que me parece fundamental es que este proyecto nacional y popular no es un proyecto estático ni acabado, ni tampoco viene desde arriba desde presidencia. Es un proyecto que nos involucra a todos los que soñamos con una Patria Justa, Libre y Soberana. Seguramente hay hoy en este proyecto, especialmente en lo que hace a los factores estructurales algunas patas que aun están cortas -solo por dar un ejemplo, menciono el aumento de competitividad basado en la incorporación de tecnología especialmente de origen nacional- pero es a nosotros como pueblo que nos toca hacerlas crecer.

Sin embargo, la mesa está puesta y las opciones del menú también están suficientemente claras.

bastadeodio                                                                

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